Dentro de esos pequeños guantes de vinil, tan livianos porque pesan poco más de dos kilos, están sus puños de oro. Su furia se expande como Bob Esponja, su caricatura preferida, cuando recibe el primer golpe.
Y Vladimir Gómez, de diez años y 40 kilos de peso, estalla en llamas. Asume la ofensiva. Finta con la izquierda y lanza un gancho abajo. Luego dispara la derecha, arriba, cruzada. Y su contrincante, aturdido, se convierte en un inerme saco de golpeo.
Así fue la primera victoria de este pequeño que vive en Observatorio y que
recibe clases de otro chamaco, Raúl Juárez Espinosa, El Chamaco Juárez, aquel que debutó como profesional en 1974 con el nombre de guerra Raúl Baby Juárez y que se entrenó al lado de Guadalupe Pintor en el no menos mítico Gimnasio Jordán, pero el primero, aclara, el que estaba allá por Salto del Agua hace ya varios ayeres.
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