¡Aaaaaarrancan…!
Sin duda, cada vez que se lanza al viento el grito de ¡aaaaarrcan…! en el Hipódromo de las Américas y los caballos se arrojan como un huracán a la pista, ya sea por el retumbar de los cascos, ya sea por la velocidad que alcanzan los corceles, y el suspenso que siempre hay en el cierre de cada carrera, la sangre rebulle y la emoción aflora entre los asistentes de un sitio clave en la historia de la ciudad.
Veloces corceles, de sólidos cascos, pelajes y crines que se pierden entre el viento cuando jinete y montura, se tornan furia y se arrojan hacia el precipicio del instante con la fuerza y el músculo que tanto se alababa en los tiempos de Aquiles y sus inmortales caballos.
1996-2000
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